Doctrina Social
Este nuevo milenio se
planteó ocho grandes Objetivos de Desarrollo a conseguir en el año 2016, que
tienen que ver con los grandes problemas y desafíos existentes a nivel mundial.
Sin duda que algunos/as de nosotros/as estamos embarcados/as en acciones que
tienen que ver con estos objetivos:
1.
Erradicar
la pobreza extrema y el hambre
2.
Conseguir
la educación primaria universal
3. Promover
la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer
4.
Reducir
la mortalidad infantil
5.
Mejorar
la salud materna
6. Combatir
el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades causantes de gran mortalidad
7. Garantizar la sostenibilidad del medio
ambiente
8.
Fomentar una Asociación Mundial para el
Desarrollo.
Existen muchos
hermanos necesitados que esperan ayuda, muchos oprimidos que esperan justicia,
muchos desocupados que esperan trabajo, muchos pueblos que esperan respeto.
El panorama de la
pobreza puede extenderse indefinidamente, si a las antiguas añadimos las nuevas
pobrezas, que afectan a menudo a ambientes y grupos no carentes de recursos
económicos.
DOCTRINA SOCIAL DE LA
IGLESIA
La DSI es un
patrimonio de enseñanzas que se organizan sistemáticamente: es un cuerpo de
enseñanza elaborada en el seno de la Iglesia, como respuesta histórica a los problemas
económicos y sociales. Abarca todos los campos en los que se desarrolla la
convivencia humana, se extiende objetivamente al entero panorama de las
realidades temporales que configuran y condicionan la vida de la persona humana
dentro de la sociedad.
Las respuestas
históricas de la Iglesia a los problemas sociales se sigue la dinámica
inductiva del VER – JUZGAR - ACTUAR
VER: se trata de percibir la realidad con
sensibilidad, porque se trata de cuestiones que afectan a la persona, es ver
con preocupación la realidad que tiene rostros humanos imborrables.
JUZGAR: es interpretar la realidad y
distinguir qué es y qué no es proyecto de Dios sobre el hombre y el mundo en la
vida concreta de las personas, colectividades y pueblos. Es iluminar y valorar
qué conduce a la justicia y a la liberación (gracia) y qué a la injusticia,
opresión y dominación (“desgracia”)
ACTUAR: es dar vida, dar existencia concreta
a las elecciones y decisiones coherentes con los valores del Reino de Dios,
porque la DSI está orientada a la praxis. Actuar es comprometerse en
actuaciones concretas, es trabajar para eliminar las barreras de desigualdades,
las estructuras y los mecanismos de injusticia; es crear condiciones, grupos,
comunidades, movimientos para influir en la transformación de la sociedad en
dirección de la justicia social, la verdad, la libertad y la paz. Teniendo en
cuenta esta metodología inductiva VER-JUZGAR-ACTUAR comprendemos fácilmente
cuál es el contenido total de la DSI.
PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL
1. LA DIGNIDAD DE LA PERSONA
HUMANA: El ser
humano posee gran dignidad por ser imagen divina y criatura especialmente
armada por Dios. Esta categoría singular es el fundamento principal para el
trato adecuado entre los hombres.
2. EL BIEN COMÚN: El bien común es el bien de todos
los hombres y de cada uno, incluyendo los aspectos espirituales. El bien común
abarca dos grandes principios:
- El
destino universal de los bienes: El Creador dispuso el mundo para todos
los hombres. Esto no quiere decir que uno pueda tomar lo que desee, sino
que al regular las relaciones humanas debe tenerse en cuenta el desarrollo
y beneficio de los demás.
- La
propiedad privada: Es necesario para la autonomía y libertades propias.
Este principio está subordinado al anterior, de modo que los bienes se
empleen también en beneficio de los demás, con cuidado especial hacia los
pobres. Esta protección no consiste simplemente en darles dinero, sino
sobre todo en facilitarles la formación y los medios necesarios para salir
de su pobreza.
3. LA SUBSIDIARIDAD: Según este principio, las
sociedades de orden superior deben adoptar una postura de ayuda y promoción
respecto a las menores, facilitando sus iniciativas correctas. En casos
especiales puede suplirlas durante un tiempo breve.
Una consecuencia de la subsidiaridad es -por parte de los ciudadanos- el deber de participar en la vida social.
Una consecuencia de la subsidiaridad es -por parte de los ciudadanos- el deber de participar en la vida social.
4. LA SOLIDARIDAD: La solidaridad o caridad social
expresa una idea de unidad, cohesión, colaboración. Es la determinación firme y
perseverante de comprometerse por el bien común. Estamos ante un hábito o
virtud, ante una decisión estable de colaborar con los demás.
PRINCIPALES VALORES SOCIALES
1. LA VERDAD: Conviene resolver las situaciones
buscando el bien verdadero, con independencia del propio interés. Así se evitan
muchas tiranías.
2. LA LIBERTAD: En el ámbito
religioso, cultural, político, etc. Siempre dentro del bien común y del orden
público. Sin olvidarse del bien verdadero y de la responsabilidad
correspondiente, pues se trata de elegir el bien.
3. LA JUSTICIA: Es el
hábito de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. Ante todo, es
importante reconocer la dignidad de los demás, con independencia de lo que
posean o de la utilidad que proporcionen.
4. LA CARIDAD: El amor al
prójimo es el criterio supremo de la ética social. Si hay caridad, habrá
verdad, justicia, libertad, etc. La caridad se ejercita principalmente con el
espíritu de servicio a los demás, buscando su bien.
SIETE PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
I. RESPETAR LA PERSONA HUMANA
Los cimientos del pensamiento social católico son el
adecuado entendimiento y valor de la persona humana. En palabras del Papa
Juan Pablo II, los cimientos de la enseñanza social católica son "la
correcta concepción de la persona humana y de su valor único, porque «el
hombre... en la tierra es la sola criatura que Dios ha querido por sí misma». En
un sentido, las enseñanzas sociales de la Iglesia articulan las implicaciones
éticas de un adecuado entendimiento de la dignidad de la persona.
La oposición al aborto y a la eutanasia forman los
cimientos necesarios para respetar la dignidad humana en otras áreas tales como
la educación, la pobreza y la inmigración.
En base a este derecho fundamental a la vida, los
seres humanos también gozan de otros derechos. En este sentido, la Iglesia
se une al coro de otras voces que proclaman la dignidad de la persona y los
derechos fundamentales del hombre. Sin embargo, este consenso aparente
oculta desacuerdos muy graves acerca de la naturaleza y el alcance de estos
derechos. Una de las áreas más controvertidas en la cultura de nuestros
días es el entendimiento de la familia.
II. PROMOVER LA FAMILIA
La persona humana no es simplemente un individuo, sino
que también es miembro de una comunidad. Si no reconocemos el aspecto
comunitario caemos en un individualismo radical. Un entendimiento íntegro
de la persona considera los aspectos sociales del individuo. La primera
consideración social, en orden e importancia, es la familia, la cual es la
unidad básica de la sociedad y es anterior y en cierto sentido supera a las
demás sociedades en una comunidad. La doctrina social de la Iglesia pone
acento en la importancia de la familia, en particular en la importancia de
promover matrimonios estables que acojan y eduquen a los niños.
La red social más amplia juega un rol importante en la
promoción de la familia. Las condiciones sociales contribuyen ya sea a la
estabilización o a la desestabilización de las estructuras familiares.
Entre las condiciones sociales que las desestabilizan, podemos encontrar las
jornadas de trabajo obligatorias e irracionalmente extensas, una "cultura
social" tóxica que denigra la fidelidad, la disolución legal de la
definición del matrimonio entre un hombre y una mujer y el cobro excesivo de
impuestos.
III. PROTEGER LOS DERECHOS
PATRIMONIALES
Santo Tomás de Aquino, cuyos escritos son de central
importancia para comprender los cimientos de la doctrina social de la Iglesia,
dio tres motivos por los que la propiedad privada es esencial para la
prosperidad humana:
Primero, porque cada uno es más
solícito en gestionar aquello que con exclusividad le pertenece que lo que es
común a todos o a muchos, puesto que cada cual, huyendo del trabajo, deja a
otros el cuidado de lo que conviene al bien común, como sucede cuando hay
multitud de servidores; segundo, porque se administran más ordenadamente las
cosas humanas si a cada uno le incumbe el cuidado de sus propios intereses; sin
embargo, reinaría confusión si cada cual se cuidara de todo
indistintamente; tercero, porque así el estado de paz entre los hombres se
mantiene si cada uno está contento con lo suyo.
Por cierto, Santo Tomás habla de cosas que
"necesitamos" y no de cosas que "quisiéramos tener". En
este caso se trata de situaciones de hambruna o desastre, en las que las vidas
de las personas están en riesgo por no contar con sus necesidades básicas,
tales como comida, refugio o vestimenta.
La doctrina social de la Iglesia también destaca que
la propiedad privada puede convertirse en ídolo, que lleva a las personas a
evaluar el objetivo y el significado de la vida humana simplemente en función
de los dólares.
IV. TRABAJAR PARA EL BIEN
COMÚN.
Este bien es común porque sólo juntos como
comunidad, y no simplemente como individuos aislados, es posible que
disfrutemos, alcancemos y propaguemos este bien. Todas las personas están
obligadas a trabajar en pos de hacer que el bien común sea una realidad cada
vez más importante.
La prosperidad humana es multifacética porque el ser
humano como tal tiene muchas dimensiones. La perfección humana incluye una
dimensión física de la salud y el bienestar psicológico. La realización última
de cada ser humano sólo puede encontrarse en Dios, pero el bien común ayuda a
que los grupos y personas alcancen este bien último. Así, si las
condiciones sociales son tales que dificultan o cohíben la capacidad de las
personas de amar a Dios y al prójimo, entonces el bien común no alcanzará su
realización.
V. OBSERVAR EL PRINCIPIO DE
SUBSIDIARIEDAD
En el
pensamiento católico, el gobierno también tiene un rol más positivo que
consiste en ayudar a garantizar el bien común. El Papa Juan Pablo II lo
dijo del siguiente modo:
Es deber del Estado proveer a la
defensa y tutela de los bienes colectivos, como son el ambiente natural y el
ambiente humano, cuya salvaguardia no puede estar asegurada por los simples
mecanismos de mercado.
El gobierno tiene que hacerse cargo de muchas
funciones necesarias e indispensables, de roles que no pueden cumplir las
personas por sí solas ni aún a través de grupos más pequeños en la sociedad.
El Estado debería ser lo más pequeño posible, pero tan
grande como sea necesario para cumplir con lo que deba cumplirse que no pueda
cumplirse de otro modo.
Deficiencias y abusos del Estado de
asistencia social [o el Estado del bienestar] derivan de una inadecuada
comprensión de los deberes propios del Estado. En este ámbito también debe
ser respetado el principio de subsidiariedad
Las personas de buena
voluntad, inclusive los católicos que intentan poner en práctica la doctrina
social de la Iglesia, pueden estar legítimamente en desacuerdo respecto de si
se justifica una determinada ley o intervención gubernamental para aliviar un
problema social.
VI. RESPETAR EL TRABAJO Y AL
TRABAJADOR
Es evidente que Dios no le dio a Adán esta tarea
porque estaba muy cansado como para terminar el trabajo. Por el contrario,
el trabajo humano no sólo participa en el cuidado creativo y providencial de
Dios del universo sino que también lo refleja. Incluso antes de la caída,
el hombre fue creado para cultivar y mantener el Jardín del Edén, para imitar
el trabajo de Dios en la creación a través del trabajo humano. Luego de la
caída, el trabajo algunas veces se convierte en una tarea ardua, pero continúa
siendo parte de la vocación del hombre que viene de Dios.
VII. BUSCAR LA PAZ Y OCUPARSE DE LOS POBRES.
Paz significa mucho más que la ausencia de un
conflicto violento. Paz es "tranquilidad del orden", tomando la
frase de San Agustín. La guerra entre las naciones puede ser necesaria
algunas veces, pero solamente para restaurar la paz. La Iglesia Católica,
desde al menos los tiempos de San Agustín, avaló la "teoría de la guerra
justa
La teoría de la guerra justa es una media entre el
pacifismo y el realismo, una media que la mayoría de los estados contemporáneos
han adoptado explícitamente y a la que han recurrido. Según el Catecismo
de la Iglesia Católica, los criterios para la guerra justa incluyen los
siguientes:
Que el daño causado por el agresor a
la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto; que
todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado
impracticables o ineficaces; que se reúnan las condiciones serias de éxito; que
el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que
se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a
una prudencia extrema en la apreciación de esta condición.
Sin perjuicio de estos interrogantes, el hecho
continúa siendo que la paz implica un orden justo de la sociedad.
Podría ser que deberían existir iniciativas privadas y
voluntarias de grupos religiosos (tales como San Vicente de Paul) y grupos
seculares (tales como United Way). Podría ser que las empresas deberían
estar obligadas por ley o que deberían adoptar voluntariamente políticas que
asistan a los pobres. Podría ser que las familias y particulares deberían
asumir la responsabilidad.
Sin embargo, en el corazón de la doctrina social de la
Iglesia hay algo simple y noble: un esfuerzo por hacer que las acciones y
palabras de Jesús sean reales también en nuestros días con el objeto de
transformar y elevar la vida social en todas las personas.
Comentarios
Publicar un comentario